Esta reseña es una contribución al comenzar la iniciativa de preservación y digitalización de archivos de la Red Historia Venezuela. La misma trata sobre un archivo como sujeto, no mero objeto, y cómo en el mismo aparecen distintas narrativas y perspectivas según el diálogo que entable con su interlocutor. Rescatar un archivo no solo abre la posibilidad de preservarlo para la posteridad, también permite descubrir sus lógicas epistemológicas y elaborar narrativas que desafíen el conocimiento convencional sobre un acontecimiento.
Artículo originalmente publicado en: Not Even Past.
Los archivos, especialmente los del Estado, poseen sus propias agendas políticas. Sean de carácter privado o público, los repositorios individuales, institucionales o de gobierno pueden ser empleados para invadir y controlar las vidas de una sociedad. Su organización interna influencia el conocimiento histórico y las narrativas nacionales sobre el pasado. La historiadora Kirsten Weld aborda en su libro Paper Cadavers temas relacionados con memoria histórica, producción de conocimiento documental y la injerencia del estado en estos asuntos al enfocarse en el estudio del Proyecto para la Recuperación de los Archivos de la Policía Nacional de Guatemala (Abreviado como el Proyecto). La autora identifica dos agendas políticas que estructuran los archivos de la Policía Nacional desde su profesionalización en la década de 1950 hasta su estado de deterioro cuando fueron redescubiertos en 2005. La primera agenda sirve un propósito de vigilancia y control social, empleando los archivos como un arma contra la población considerada enemiga del estado durante la Guerra Civil de Guatemala entre 1966 y 1996. El rescate de estos archivos por parte de la sociedad civil les dio un nuevo sentido orientado hacia la democratización en el acceso de su contenido, la recuperación de la memoria histórica y la búsqueda de justicia por parte de aquellas víctimas de los crímenes de guerra cometidos por el Estado. El libro relata la transición de la primera agenda política de los repositorios a la segunda agenda capturando el proceso mediante el cual se construye una nueva narrativa sobre la guerra civil.
Weld argumenta que lo que piensa la gente respecto al archivo es crucial para entender su rol en la generación de nuevas narrativas históricas. Estos repositorios son también reveladores sobre la relación entre ciudadanos y el Estado en la construcción de historias nacionales. El Proyecto ayudó a transformar percepciones negativas sobre los archivos como reliquias irrelevantes que perpetúan el silencio y la apatía en herramientas para la democratización y el empoderamiento. La historiadora combina perspectivas históricas y etnográficas para comprender cómo los Archivos de la Policía se transformaron en un instrumento para la apertura democrática y de rendición de cuentas por los crímenes cometidos por el Estado en la guerra civil.
La autora emplea etnografías e historias orales para explorar cómo empezó El Proyecto, las tensiones que emergieron entre las generaciones más viejas y jóvenes que trabajaron en los Archivos de la Policía, y el peligroso contexto político en el que les tocó laborar. Weld demuestra cómo exguerrilleros del periodo de la guerra civil iniciaron un proceso incierto de recuperación de documentación del archivo hasta lograr la formalización del proyecto a través de financiamiento extranjero. Debido al estado de deterioro de los documentos, la preservación de los repositorios requirió de un proceso de aprendizaje donde los exguerrilleros debieron familiarizarse con conceptos como el orden original de la documentación y su cadena de custodia para comprender como la Policía Nacional organizaba su información. La Norma Internacional General de Descripción Archivística se convirtió en el principio organizativo principal del Proyecto desde el inicio.
Trabajar en El Proyecto también implicó entender las metas que en primer lugar impulsaron a sus participantes a involucrarse en los Archivos de la policía. Weld demuestra cómo aquellos antiguos miembros de las guerrillas se enlistaron en esta iniciativa por sus experiencias de militancia y pérdida durante el conflicto, y por restaurar el honor y la existencia histórica de sus compañeros caídos. Los más jóvenes, provenientes de familias con pasado revolucionario, comprendieron la preservación de la documentación policial cómo una nueva manera de proseguir con la lucha revolucionaria en un contexto diferente. Para aquellos sin vinculación militante a ese periodo, los archivos representaron una opción para emplear su entrenamiento académico al servicio de la recuperación de la memoria histórica. Estas experiencias influencian el legado de la Guerra Civil de Guatemala y las interpretaciones de futuras generaciones sobre ese pasado.
La creciente notoriedad y visibilidad de este esfuerzo colaborativo no pasó desapercibido en Guatemala. Se convirtió en objeto de presiones por parte de los militares, quiénes expresaron su preocupación sobre el bienestar de los archivos y su personal. Esta amenaza no era nueva y estuvo precedida por lo que la autora llama «las guerras de los archivos», conflictos entre ciudadanos y el estado en relación al acceso y significado de la documentación pública. Weld presenta las diferentes estrategias empleadas por ambas partes desde los inicios de la guerra civil para limitar o expandir el acceso a los documentos. Esto incluyó la creación de legislación para bloquear o socavar la preservación de información pública, exigencias de la ciudadanía para determinar qué información el estado retiene sobre personas particulares, o la publicación de reportes sobre guatemaltecos desaparecidos durante el conflicto armado.
Basándose en los documentos de estos archivos públicos, y de reportes sobre los derechos humanos en el país, Weld explica la historia institucional de la Policía Nacional. La restructuración de este organismo entre 1954 a 1974, a través de recursos para la contrainsurgencia provistos por los Estados Unidos en el contexto de la Guerra Fría, llevó al establecimiento de sistemas efectivos de mantenimiento de registros para ejercer un control social efectivo. La Oficina Central de Archivos y el Centro de Comunicación Regional son solo dos iniciativas que ayudaron al estado guatemalteco a monitorear a sus propios ciudadanos. Mejores archivos, equipos modernos, y la profesionalización del personal se transformaron en sinónimo de la batalla contra la «subversión». Esta mentalidad contrainsurgente de la policía es responsable de la mayoría de la violencia urbana de la década de 1980. La transición hacia la democracia en 1986 continuó con la lógica contrainsurgente y explica la naturaleza militarizada y centralizada de la nueva y sucesora Policía Nacional Civil.
Finalmente, la autora explora los éxitos y riesgos que la nueva agenda de los archivos enfocada en la reconstrucción social y el revisionismo histórico enfrenta hoy en Guatemala. Con la aprobación de una ley de Sistema de Archivos Nacionales, y la creación de programas de ciencia archivística en las universidades nacionales, el Proyecto ha inaugurado una nueva cultura de archivos en Guatemala. Una que busca ser más democrática y transparente en la relación entre el gobierno y sus ciudadanos. Pero la oposición del sector militar al Proyecto revela resistencias a una nueva memoria histórica que desafíe viejas narrativas sobre una nación triunfante en la guerra contra el comunismo.
Este libro es un estudio importante que conecta nuevas interpretaciones sobre violencia urbana en Guatemala con una creciente literatura sobre memoria histórica, preservación de archivos y el rol político de los repositorios en sociedades postconflicto.